sábado, 2 de junio de 2018

BANUA Y EL DIOS OTOROQO


Resultado de imagen de monte uluru

En la jungla central australiana las tribus aborígenes convivían con los dioses, que les cuidaban y castigaban. El dios primigenio de la naturaleza y las estrellas, Otoroqo, reinaba sobre todos pero su hijo, el ambicioso Lariku sentía una terrible envidia de su padre y era capaz de hacer cualquier cosa por conseguir el poder. En una de las tribus vivía Banua, una joven que vivía aterrorizada por unos poderes de curación que no debía poseer.
Una mañana Banua salió de su tribu después de haber revivido a una planta sin querer, queriendo tranquilizarse se acercó al río, en él vio al jefe de su tribu,Kangalo, hablando con nada mas que el dios de las tribus Lariku. Banua corrió a esconderse detrás de un árbol  e intentó escuchar lo que decían.
-…tendrás todas las riquezas que puedas desear si me ayudas a derrocar a mi padre, Otoroqo- decía Lariku.
-Lo sé mi señor, le ayudaré, pero, ¿cómo?
-La fuerza de Otoroqo reside en sus animales, así que necesitaremos acabar con ellos…
- Pero, mi señor…está bien, yo y mis hombres cazaremos a todos los animales de este lugar. –respondió Kangalo
Después de oír eso Banua salió corriendo y no le contó a nadie lo que había escuchado.
Los días pasaron y los Guaraní se vieron obligados a matar a todos los animales, por lo que Otoroqo se fue debilitando mas y mas, hasta que no tuvo fuerzas para sostenerse en los cielos y cayó en el desierto, por una casualidad cerca de la tribu de Banua.
Banua fue la única en ver aquella estrella enorme cayendo del cielo y corrió a ver que era. Gritó sorprendida al ver a Otoroqo, un hombre de tres metros, barba, ojos del color de las estrellas, pinturas por el cuerpo y una enorme capa de piel. Corriendo se arrodilló a su lado y, sin saber lo que hacía,le puso las manos sobre el pecho y empezó a curarle. Poco a poco el dios se fue recuperando y se pudo levantar.
En ese momento apareció Lariku, pero Otoroqo, que había descubierto su traición ascendió a las nubes y le tiró una piedra que le encerró, tan grande que desoló toda la jungla y la convirtió en desierto. A Kangalo le convirtió en el primer canguro del mundo y le condenó a vagar saltando de un lado a otro sin destino alguno y a Banua le encomendó el cuidado de las tribus aborígenes. Es por eso que el monte Uluru es sagrado para los aborígenes, ellos recuerdan la ira del dios Otoroqo y oyen los lamentos de Lariku pidiendo su liberación.


LUCÍA ELIZALDE 1º ESO B

No hay comentarios:

Publicar un comentario