Érase
una vez un niño llamado Yanekrok, que tenía un problema de
cáncer. Un día le cayó un rayo en la cabeza, se murió y se
convirtió en el dios del espacio. Allí encontró a la reina del
espacio, llamada Amerín. Se conocieron y se hicieron amigos, un año
después estaban prometidos, se casaron y tuvieron dos hijos muy
rebeldes.
Un
día sus hijos estaban jugando a tirarse piedras del espacio
(meteoritos) y una de ellas se les desvió y fue hacia la Tierra.
Tardó diez días en llegar y cayó en la Península del Yucatán,
allí había muchos dinosaurios y al caer ese meteorito tan enorme
produjo un enorme cráter, seguido de una gran explosión y se formó
una enorme nube de polvo. Todos estos fenómenos supusieron la
extinción de los dinosaurios.
Dos
mil años después los hijos de Yanekrok y de Amerín se
convirtieron en mayores y tenían unos poderes de tirar rayos. Un día
se enfadaron entre sí y se pusieron a tirarse rayos y como el
pequeño no tenía mucha puntería, se le desvió y fue a parar a la
Tierra y cayó en un árbol. Siguieron horas y horas peleando y
Yanekrok les separó con su fuerza bruta. Al día siguiente el hijo
tiró un rayo a la tierra porque estaba enfadado y cayó encima de
un animal. Los hombres de las cavernas probaron la carne a la brasa
y les gustó. Cada vez que cae un rayo para los humanos es una
alegría. Y desde entonces, no volvieron a comer la carne cruda.
FIN
KENAY DIEGO (1º B)
kenay gracias a ti ahora sabemos porque la carne esta tan rica. me ha gustado la historia.
ResponderEliminarkevin saiz 1b