Hace mucho tiempo cuando los dioses eran pequeños, vivían en
el Monte Olimpo y pasaban todo el rato juntos. Además siempre iban a las
fiestas de cumpleaños de los demás y se lo pasaban muy bien. A Eolo, el dios
del viento, le encantaba cumplir años como a todos hasta que cumplió dieciocho
años.
El día que Eolo cumplió dieciocho años todos los dioses
fueron a su fiesta y los ciudadanos de la Tierra y los héroes también lo
celebraron. Como ya no era un niño, a Eolo le gustaban otras cosas y las
fiestas de cumpleaños le aburrían. Además ya no le hacía tanta ilusión como
antes cumplir años porque se sentía más viejo. En el momento de soplar las
velas de la tarta estaba tan enfadado por cumplir años que sacó toda su ira y
derribó las llamas en un instante. Todos los dioses quedaron alucinados con la
fuerza en la que había soplado las velas, hasta Eolo se sorprendió. Después de
unas horas cuando todos se habían ido a sus casas un hombre que vivía en la
Tierra fue al Monte Olimpo a quejarse a Eolo de que su soplido había provocado
un viento muy fuerte que había destrozado sus casas y campos de cultivo. Eolo
al principio se sintió mal pero después recordó lo mucho que odiaba sus
cumpleaños y pensó que cada vez que le hicieran una fiesta soplaría muy fuerte
para provocar ese viento que derribaba todo como castigo a las personas por
celebrar su cumpleaños.
A este fuerte viento se le puso de nombre huracán en honor a
los padres de Eolo que se llamaban Hur y Cándida. Desde entonces cuando hay
huracanes sabemos que es el cumpleaños de Eolo y obviamente siguen sin gustarle
las fiestas.
PAULA
LIAÑO 1º A

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