En un lugar lejano un niño llamado Aron vivía con sus padres Zeus y Afrodita. Vivían en el Olimpo
una vida tranquila. Aron controlaba el agua y lanzaba rayos. A medida que iba creciendo se volvía más caprichoso y malvado. Sus padres muy preocupados no sabían cómo educarlo. Decidieron enviarlo con el dios de la paciencia para que pudiera enseñarle a ser paciente y respetar a los demás y a no ser caprichoso.
Pasado un tiempo Aron volvió cambiado, era más alto fuerte y era casi un hombre. Sus padres lo recibieron con mucha alegría, ya que parecía que su hijo volvía transformado en un ser tranquilo
y paciente. Un tiempo después Aron demostró que había engañado a todos los dioses porque su comportamiento no había cambiado. Tal fue el engaño, que una tarde de primavera tiró a Zeus por un barranco lleno zarzas, pero los dioses ayudaron a Zeus a darse cuenta del engaño y le ayudaron convirtiendo las zarzas en hierbas.
Zeus con mucho dolor, encerró a Aron en una jaula de metal. Aron muchas noches lanza desde su celda grandes rayos, por eso en algún lugar de la Tierra hay fuertes tormentas con violentas ráfagas y
relámpagos enviados por él. Sin embargo, los dioses utilizaron los rayos para generar electricidad e
incluso tormentas que benefician al planeta Tierra para evitar sequías. Fue así como Aron aprendió a
no subestimar la gente.
ADRIÁN HERNANTES 1º A
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