Era una oscura noche de Halloween un 31 de octubre. En
aquella colina solitaria estaba el caserón de los Hamilton en el que desde hace
muchos, muchos años nadie habita. Esa misma noche Laia y Emma iban con sus
monstruosos disfraces por las calles del pueblo. En el camino una fuerte luz
salió del caserón embrujado, lo que hizo que las 2 amigas fueran con intriga.
Con miedo
abrieron la pesada puerta y entraron. En el interior había cuadros, que parecían
que te seguían a cada paso que dabas, y el empolvado suelo crujía cada vez que
lo pisabas. De repente la puerta se cerró de golpe. Las amigas se quedaron en
shock pensando en cómo podían escapar. No las queda otra opción que ir a una
habitación a descansar, ya que había sido un día largo. Un tiempo después Emma
se despertó a causa de un ruido misterioso. Emma despertó a su amiga y juntas
fueron a ver qué pasaba. En el camino veían sombras, pero no lograban
distinguir nada. Cuando llegaron al salón vieron algo muy extraño. Eran, eran… ¡FANTASMAS!
Laia y Emma se asustaron y corrieron hacia la puerta, intentaron abrirla pero
no pudieron. Los fantasmas se enteraron, pero tenían un secreto… ¡que en
realidad eran buenos! Los fantasmas intentaron ir detrás de ellas a decírselo,
pero ellas huían. Hasta que en un momento se escondieron en una habitación. Los
fantasmas tenían otro secreto… ¡que eran la familia Hamilton!
Al final los fantasmas alcanzaron a
las amigas y les contaron sus 2 pequeños secretos y que ellas eran las únicas
que lo sabían. Todos se hicieron amigos y cada noche de Halloween Laia y Emma
van a visitar a sus fantasmales amigos. Y colorín, colorado Laia y Emma pasaron
un terrorífico Halloween encantado.
IRENE PRIETO 1º ESO B
Me a encantado
ResponderEliminarAna Maria
!Por fin una historia de miedo que acaba bien! Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarIrene Saez
La historia esta genial, me a gustado mucho.
ResponderEliminarAna María Bejenaru 1ºB