Un día como todos en el reino de los dioses, el
Dios Almar es muy egoísta y avaricioso, era huérfano y no sabía nada de su
familia, ni se acordaba de quién lo había criado. Él es medio mortal medio
dios. Lo único que tenía era un perro fiel llamado Nerko. Hace muchos años
descubrió que tenía varios poderes, el poder de crear personnas y destruirlas,
crear poderes , arruinar y hacer el mal a las personas que se le antojase.
Llevaba años solo, el único amigo que tenía era
Nerko, como la aldea que construyó estaba demasiado lejos de pueblos, fundó esa
aldea para que los pasajeros y mercaderes que pasarían por esas tierras
tendrían un techo donde alojarse.
Como se sentía solo, decidió crear a una joven,
bella y fértil para poder tener descendencia con ella. Después de ya haberla
creado no la quiso dar ningún don, para que ella pudiera decidir lo que le
gustase ser. Tamera sabía que él la habia creado, ella lo supo a lo largo de
los años.
Se dió cuenta de lo que mas la gustaba era
verse reflejada en la cubertería, en las espadas que utilizaban para las
guerras, etc... . Tamera le pidió por favor a Almar, que le pudiera conceder un
don que pudiera estar relacionado con reflejarse. Ella lo único que no sabía,
era porque le gustaba tanto reflejarse por la razón de que Almar utilizó
cristales de un espejo (1) para
poder crearla.
Almar y Tamera fueron al templo de el reino de
los dioses, allí fue donde la pudo conceder el don que ella tanto le gustaba y
elegido. Almar la dijo, << Yo Almar, te concedo a tí Tamera, ser a partir
de ahora en adelante la diosa de cristal, te podrás reflejar en las almas de
mortales y dioses y conocer sus debilidades gracias a la ayuda de espejos. Pero
en hora en a delante te podrás llamar Reflecta al igual que Tamera>>.
Después de unos años teniendo una relación de
amistad y confianza, Tamera la diosa Reflecta le confesó que lo amaba, al igual
que él. Ella no sabía que la creó para poder tener descendencia y seguirá sin
saberlo. Tuvieron dos hijos, un niño llamado Ivar y una chica llamada Olivana.
(1).
Superficie
de cristal, cubierta en su cara posterior por una capa de mercurio o por una
placa de metal, en la que se puede reflejar la luz y las imágenes de los
objetos que hay delente. Objeto que retrata, refleja o da la imagen de algo.
MARTA GÓMEZ 1º ESO A
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