
Pasaron
dos semanas lloviendo cobijados pasando frío y hambre porque debido a las
lluvias y el frío viento no podían salir a cazar, tampoco podían calentarse
porque no tenían fuego.
Keniak
que era el cabeza de familia se asomó a la ventana y vio que en la cueva de lo
alto de la montaña de Tresa había una luz anaranjada, por lo que decidió subir a
ver qué era esa extraña luz que asomaba por la boca de la cueva.
Una
vez arriba vio en frente de un fuego a una hermosa chica dormida vestida con un
manto naranja, pero Keniak contemplando a la hermosa chica que resultaba ser la
diosa del fuego Asile, a la cual Keniak robó el fuego y se lo llevó a su casa
para calentar a su familia y que no enfermase.
Al
cabo de un tiempo la diosa Asile empezó a tener frío y se despertó, se asomó
furiosa a la boca de la cueva y miró a la casa de Keniak y vio q era la única
que tenía fuego y Asile dio por supuesto que había sido él el que le había
robado el fuego y furiosa bajó a reclamar su fuego;
-¡Ese fuego me pertenece! –dijo
Asile; -¡Devolvédmelo¡
-No
puedo hacer eso porque si no mi familia pasará frío y enfermará. –respondió
Keniak.
Después
de un silencio perturbador Asile decidió dejarles el fuego a su familia y al
resto de habitantes pero a cambio Keniak enfermaría hasta que las lluvias
acabaran. Lo cual Keniak aceptó y así fue.
ELISA
MOYA 1º ESO B
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