lunes, 25 de mayo de 2020

El origen de la “NIEVE”


Tras la larga batalla contra los Titanes por parte de los Dioses Olímpicos, estos consiguieron al fin librarse de Cronos y vivir en paz . Pasaron los años y aparecieron nuevos dioses que eran hijos de los Dioses Olímpicos. Una de ellos era Adara. Ella era una muchacha con una notable belleza que podía equipararse a la de Afrodita. Era una chica que podía controlar la lluvia y no le haría daño ni a una mosca. Por su cumpleaños, Deméter, diosa de la cosecha y el pan , al ver que adoraba la naturaleza y respetaba su trabajo y el de todos, la regaló un animal jamás visto con anterioridad por ningún ser viviente en la tierra. Este tenía cuatro patas, un hocico bien grande y unas orejas que le caían por los lados.
- Hermana mía- dijo Zeus. -¿Me podrias explicar que clase de criatura tan adorable es esta?
Antes de que Deméter respondiera alguien se le adelantó.
-¡Es un perro!- exclamó Adara.
-¿Disculpa?- pregunto Hades
-Un perro. Llamaré así a esta raza si Demeter me lo permite, claro está, dado que es su creación.- añadió Adara con una sonrisa.
-¡Por supuesto! - dijo la diosa.
- Le llamaré Cora- dijo la joven.
Los años pasaban y Adara se iba convirtiendo en una mujer muy hermosa y codiciada por todos los jóvenes dioses. Pero ella los rechazaba a todos dado que solo la querían por su belleza y no por amor. Además, ella estaba enamorada en secreto de Dion, viento del norte y su amigo de la infancia, y este de ella, pero no se atrevía a confesarse por miedo a ser rechazado como al resto. El prefería estar a su lado como amigo que confesarse y perder su amistad.
Un día Adara llevó a Cora al jardín de las Hespérides para jugar un rato.
-¿Que tal estas Adara?-
Ella se sobresaltó y cuando reconoció la voz, su corazón empezó a latir a mayor velocidad.
- ¡Ah!, eres tu Dion. ¡Me has pegado un susto de muerte!-.
-Perdona. Solo venia a preguntarte si podía jugar contigo y Cora- dijo este un poco avergonzado.
-¡Claro! Tu siempre podrás jugar con nosotros, siempre que quieras.
Tras esas palabras Dion se puso rojo. Adara rechazaba a todo el mundo, por eso le sorprendió que accediera tan fácilmente.
-¿Estás bien? Te has puesto rojo de repente.-
- Sí, sí, no te preocupes-
Jugaron por mucho tiempo con Cora hasta que se aburrieron y decidieron descansar en el pasto. Estaban tan a gusto que se durmieron dejando a Cora sin vigilancia. Dion fue el primero en despertar, y se quedó viendo a su amada dormir hasta que ella se despertó.
-¿Dion? ¿Dónde está Cora?
Ambos se asustaron mucho cuando se dieron cuenta de que Cora no estaba. Ellos se separaron para buscarle. Adara estaba cerca de un acantilado cuando de repente escucharon los ladridos de Cora que provenían del borde del acantilado. Adara corrió tanto como pudo, pero cuando estaba a pocos metros de llegar hasta su perro, de súbito la tierra se agrieto y Cora se precipitó por el acantilado.
Adara se había quedado en estado de shock. Cuando se dio cuenta de lo que había ocurrido empezó a llorar tan fuerte que incluso Dion, que estaba en el otro lado del jardín, pudo escuchar sus llantos. Él, al escuchar a su amiga llorar, corrió lo más rápido que pudo para socorrer a Adara. Cuando la encontró, estaba en el borde del acantilado .Dion se asustó muchísimo y la apartó del acantilado en seguida, pero Adara seguía llorando desconsoladamente. A duras penas pudo decirle a Dion lo ocurrido, y cuando este se enteró la abrazo muy fuerte, tanto como pudo y empezó a suspirar. De las lágrimas de Adara y los suspiros de Dion, surgieron copos de nieve que se precipitaron a la Tierra de los mortales.
Meses después, Adara seguía sin salir de su casa, no quería ver a nadie, el único al que dejaba entrar era a Dion. Un dia de esos, Dion se enteró por parte de Helios, dios del sol, que ella estaba enamorada de él y por eso solo le daba paso a este. Dion se puso muy feliz y decidió confesarse. Adara se alegró de que sus sentimientos fueran correspondidos y dejó de llorar. Pero aún así seguía recordando a su perro.
Todos los años, cuando se acerca la fecha de la muerte de Cora, Dion y Adara se reúnen en el borde del acantilado para llorar su muerte, y de esta forma, creando lo que nosotros llamamos ”Nieve”.

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