Hace mucho tiempo,
muchísimo tiempo, antes de que los dioses existieran, sólo había humanos y
bestias. Uno de los reinos más importantes de la época era Glaivetown, (lo que
ahora es Grecia) este lugar era bellísimo con grandes fuentes, balcones
decorados con plantas y un gran árbol en el centro de la ciudad, pero había un
problema; el monstruo Kriknak.
Kriknak era una bestia con aspecto
de escarabajo, el cual podía controlar a los insectos, y los manipulaba para
conseguir comida para dar de comer a sus descendientes insectos. El único
problema es que esa comida era la que los humanos cultivaban con mucho esfuerzo
y dedicación y entonces empezaron a llegar quejas al palacio real. Allí vivía
el descendiente al trono, Murad, el cual estaba a cargo de la ciudad dado que
el rey y la reina estaban en un largo viaje por el mundo. Murad era un chico
joven, apuesto y muy valiente y como recibía tantas quejas sobre el tema de un
monstruo que arrasaba cultivos decidió hacer algo al respecto. Cogió su espada
favorita, que estaba hecha del metal más fuerte del mundo, y fue caminó a la
cueva donde habitaba el monstruo cruel. Una vez estaba en la entrada de la
cueva, cogió un palo, lo encendió con fuego
lo usó a modo de antorcha y se adentró en la oscura cueva. Encontró al
monstruo dando de comer a sus crías, pero se alarmó rápidamente dado que tenía
miedo al fuego. El príncipe amenazó a Kriknak diciéndole que si no dejaba de
arrasar los campos del reino no tendría más remedio que quemar los huevos, las
crías y toda la cueva, pero el monstruo no podía dejar de hacerlo, porque si
no, no podría dar de comer a sus crías y el príncipe y el monstruo empezaron a
combatir.
Murad consiguió herir al monstruo
que tuvo que huir volando y Murad lo quemó todo. Después de unos días de este
suceso volvieron las plagas de insectos y arrasaron los cultivos, pero ya no se
podía hacer nada al respecto dado que nadie sabía dónde se escondía Kriknak.
Por eso cada cierto tiempo hay plagas de insectos, el monstruo Kriknak necesita
comer y no duda en destrozarlo todo para su beneficio.
JOSÉ LUIS PRELLEZO
1º ESO B
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